Pensar que podríamos tener a nuestro lado en el agua a una de las monstruosas criaturas marinas que acaban de ser descubiertas y fotografiadas por investigadores estadounidenses, y sin poder verla, produce escalofríos, pero afortunadamente habitan muy lejos, a más de mil metros de profundidad.
Estas criaturas, encontradas por científicos del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian y la Universidad de Duke tienen una piel de un color negro extremadamente intenso, que les permite mimetizarse con el entorno sin ser vistos.
Esta
capacidad ayuda a estos peces a sobrevivir, ya sea evitando que los detecten y
devoren los depredadores, como cazando a sus presas de manera sigilosa, pero
además podría tener aplicaciones tecnológicas muy innovadoras, según los
investigadores.
En el fondo
del océano, donde la luz solar apenas llega, los científicos del Smithsonian y
sus colaboradores de Duke han descubierto uno de los materiales más negros conocidos
hasta ahora: la piel de ciertos peces.
Estas
criaturas marinas ultranegras absorben la luz de manera tan eficiente que,
incluso ante una luz brillante, se asemejan a unas siluetas fantasmales sin
características perceptibles, mientras que en la oscuridad del océano, incluso
rodeados de luz bioluminiscente (producida por organismos vivos), literalmente
desaparecen, volviéndose invisibles.
El
Idiacanthus antrostomus utiliza un señuelo bioluminiscente para atraer a sus
presas, que no pueden ver al pez debido a su piel ultra negra y sus dientes
transparentes y antirreflectantes.
El equipo
dirigido por la zoóloga Karen Osborn del Smithsonian, y el biólogo Sönke
Johnsen, de Duke, informa que la disposición única de los gránulos llenos de
pigmento en la piel de estos peces permite que absorban casi toda la luz que
golpea su piel, reflejando una ínfima parte de dicha luz.
Imitar las
propiedades de esta piel mediante recursos tecnológicos podría ayudar a los
ingenieros a desarrollar materiales ultraoscuros menos costosos, más flexibles
y duraderos, para su uso en tecnología óptica, por ejemplo para telescopios y
cámaras, y también para sistemas de camuflaje, según Osborn.
PECES HECHOS DE SOMBRA Y NEGRURA
La doctora
Osborn se interesó en la piel de estos peces cuando trató de fotografiar
algunos ejemplares negros muy llamativos que ella y sus colegas atraparon en
las redes de arrastre utilizadas para investigar las profundidades del mar.
A pesar del
equipo sofisticado que utilizaron para fotografiarlos, no podían capturar
ningún detalle en las imágenes y “no importaba cómo configuraran la cámara o la
iluminación, simplemente esos peces absorbían toda la luz”, recuerda.
Después
unas cuidadosas mediciones efectuadas en el laboratorio dieron con las respuestas:
¡absorbían más del 99, 5 % de la luz que golpeaba sus cuerpos!
El
Idiacanthus antrostomus utiliza un señuelo bioluminiscente para atraer a sus
presas, que no pueden ver al pez debido a su piel ultra negra y sus dientes
transparentes y antirreflectantes.
“Eso
significa que son ultranegros: más negros que el papel negro, más negros que la
cinta aislante, más negros que un neumático nuevo. Y en el mar profundo y
oscuro, donde un solo fotón de luz es suficiente para atraer la atención, esa negrura
intensa puede mejorar las probabilidades de supervivencia de un pez con esas
características”, señalan los investigadores.
Debido a
que la luz solar no llega a más de 200 o 300 metros bajo de la superficie del
océano, la mayoría de las criaturas que habitan en las aguas profundas producen
su propia luz, llamada bioluminiscencia, según el Smithsonian.
ESTRATEGIA DE CAZA Y SUPERVIVENCIA
Los
resplandores bioluminiscentes se utilizan para atraer parejas, distraer a los
depredadores y atraer a las presas. También pueden desvelar la presencia
sigilosa de animales cercanos, frustrando su ataque o iluminar a una presa
potencial, apuntan.
“Si un pez
quiere mezclarse con la infinita negrura de su entorno, absorber cada fotón
(partícula de luz) que le golpee es una excelente manera de camuflarse”, señala
Osborn.
Explica que
la absorción casi completa de luz de estos peces ultraoscuros depende de la
melanina, el mismo pigmento que colorea y protege la piel humana de la luz
solar.
Osborn y
sus colegas descubrieron que este pigmento, no solo abunda en la piel estos
singulares peces, sino que además se distribuye de una manera especial: está
densamente empaquetado en unos compartimentos celulares llamados melanosomas,
dispuestos muy cerca de la superficie de la piel en una capa continua.
“El tamaño,
la forma y la disposición de los melanosomas hacen que dirijan cualquier luz
que no absorban hacia los melanosomas vecinos dentro de la célula, que absorben
la luz restante, formando ‘una trampa de luz’ supereficiente y delgada, de la
cual no escapa ningún fotón”, según los autores.
“La luz
entra en esta capa y desaparece”, enfatiza Osborn, quien descubrió esta
ultranegritud en 16 especies de peces que nadan hasta 1.600 metros de
profundidad, en las aguas de la Bahía de Monterey y el Golfo de México, y que
fueron capturados mediante redes y un vehículo operado de forma remota.
Espécimen
de la pez ultra negro Anoplogaster cornuta, que fue devuelto a las
profundidades por medio de un submarino, después de ser atrapado en una red de
arrastre, y estudiado en laboratorio.
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