Investigadores alertaron sobre
residuos radiactivos derivados de accidentes nucleares civiles o de ensayos
nucleares, atrapados en los glaciares del mundo que podrían liberarse por el derretimiento
vinculado al calentamiento global.
Un equipo internacional de
científicos analizó la presencia de residuos radiactivos en los sedimentos de
superficie de los glaciares del Artico, en Islandia, de los Alpes, del Cáucaso,
de la Antártida y del oeste de Canadá.
"Son los niveles más elevados
medidos en el medio ambiente fuera de las zonas de exclusión nucleares",
explicó Caroline Clason, de la universidad de Plymouth.
Cuando los elementos radiactivos se
desprenden a la atmósfera, caen en tierra por las lluvias ácidas, y pueden ser
absorbidos por las plantas y los suelos.
Pero cuando caen bajo la forma de
nieve y se instalan sobre el hielo, forman sedimentos más pesados, que se
acumulan en los glaciares.
El accidente de Chernobil en 1986
había provocado nubes radiactivas con cesio, que provocó luego lluvias ácidas y
contaminaciones en Europa del Norte.
"Cuando (los elementos
radiactivos) caen bajo la forma de lluvia, como luego de Chernobil, se evacúan,
es un fenómeno puntual. Pero bajo la forma de nieve, esto queda en el hielo
durante décadas, y con el derretimiento de los glaciares por el calentamiento,
terminan en los ríos", continúa la investigadora.
Su equipo detectó algunos residuos de
Fukushima, pero gran parte de los elementos desprendidos en este accidente en
2011 no se amontonaron aún en los sedimentos de los glaciares, señala.
En varios sitios los investigadores
hallaron rastros de ensayos militares de armas nucleares.
"Son ensayos que comenzaron en
los años 1950 y 1960, cuando se desarrollaba la bomba", indicó Caroline
Clason.
"Al estudiar una muestra de
sedimentos, vemos claramente un pico en el momento de Chernobil, pero también
un pico relativamente preciso alrededor de 1963, periodo intenso de ensayos
nucleares".
Con el calentamiento y el
derretimiento, la investigadora se alarma en particular por el ingreso a la
cadena alimentaria de uno de los residuos potencialmente más peligrosos, el
americio, que se obtiene con la degradación del plutonio y que tiene una media
vida de 400 años (contra 14 años para el plutonio).
"El americio es más soluble en
el medio ambiente y emite más radiaciones alfa", señala. Y aunque existan
pocos datos sobre la contaminación de la cadena alimenticia, el americio es sin
ninguna duda "particularmente peligroso", estima.
Esta actividad nuclear podría también
convertirse en una de las marcas del antropoceno, la nueva era geológica
generada con la llegada del ser humano a la Tierra. "Esto prueba que
nuestra herencia nuclear no desaparece, sigue allí", resume Clason
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