Las
montañas de la primera y actual mayor Reserva de la Biosfera asturiana albergan
joyas botánicas como el más extenso robledal de la península Ibérica y el mayor
hayedo de Asturias. Osos, urogallos y lobos son sus privilegiados habitantes.
Fue precisamente una figura de protección la que
permitió al bosque de Muniellos con su declaración en 1964 como “Paisaje
Pintoresco”, evolucionar hasta constituir la gran masa forestal que hoy tapiza
las laderas del río homónimo próximas a Cangas del Narcea.
Atrás quedaron esos años de explotación forestal cuando el Instituto para
la Conservación de la Naturaleza compró el monte en 1973 y cesaron los usos
madereros para convertir a este rincón asturiano en referente internacional.
El bosque de Muniellos se vio envuelto de nuevo por el único sonido de la
naturaleza. Hace casi cinco décadas que sólo se escucha el murmullo del agua,
el trino de los pájaros, el canto del urogallo, el gruñido del oso, el aullido
del lobo.
Muniellos es una magnífica representación de la naturaleza de las montañas
del occidente asturiano. Una natura desarrollada sobre suelos silíceos (pizarras,
cuarcitas y areniscas), pobres en carbonatos (pocos nutrientes edáficos),
en los que se sitúa este robledal al que acompaña un bosque mixto de ribera sin
alisos pero con fresnos, sauces, avellanos, arces, etc. -además del roble albar
que domina la foresta-, y con la presencia de acebos y más arriba de brezos y
arándanos. En este denso robledal las hayas acompañan a los robles en las zonas
más húmedas.
Y claro, un bosque tan privilegiado ha de conservarse
como bien merece, posibilitando su disfrute también de forma privilegiada, casi
en privado, pues sólo se permite el acceso a un máximo de veinte personas al
día (bajo permiso). Ya no se
siente la presencia del hombre, salvo la de los afortunados que se adentran en
sus entrañas para fundirse en un ambiente hechizante de musgos y líquenes.
Magia pura. Y es que en Muniellos los árboles poseen barba (las del liquen
“barbas de capuchino”).
No todos los días se tiene oportunidad de caminar por el seno del robledal
atlántico más extenso y mejor conservado de la península Ibérica y uno de los
máximos iconos forestales del continente. Una experiencia vital en la que el
bosque, nunca mejor dicho, se siente.
Su importancia era tal que en 1982 se declaró como
Reserva Biológica Nacional, ampliando su superficie protegida en 1988. En
noviembre del año 2000, la Reserva de la Biosfera inaugura (junto a la de
Somiedo) la lista de Reservas de la Biosfera en Asturias. Al hilo de este
pulmón vegetal, el entorno de Muniellos, con más bosques y fantásticos paisajes
rurales, poco habitados, se convirtió en 2002 en parque natural, denominándose Parque
Natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, y poniendo de paso en valor
no sólo la espectacularidad contrastada de Muniellos, sino una vasta lista de
recursos naturales de la cuenca de los ríos Narcea e Ibias.
Con cotas altitudinales que oscilan entre los 600 metros y los 2.000
metros, las montañas de la reserva están cubiertas sobre todo de bosques.
Abedules, rebollos, piornos y brezales a medida que ascendemos, copan el
paisaje botánico con una paleta cromática sin parangón en la flora cantábrica.
Robles albares, hayas, avellanos, arces,… imposible hallar más tonos otoñales
entre el ocre y el naranja.
Y es que ahora que llega esta bella estación,
Muniellos-Fuentes del Narcea no sólo luce sus mejores galas florales sino que
también es buena época para ver a los osos alimentándose raudos ante la
proximidad del invierno. El oso pardo cantábrico se ha convertido, con su
población en franca recuperación en la zona, en uno de los grandes atractivos
de la reserva. También la presencia del urogallo cantábrico y lobo ibérico está
en el pódium de recursos.
Sobre salidas para avistamientos de ambas especies
contactar con las empresas locales Natur y Quei Vitorino, que además cuentan con
alojamiento en Vega de Hórreo (Cangas
del Narcea) y Tablado (Degaña)
respectivamente, o con empresas que operan en todo el territorio asturiano como Geoface con avistamientos de
fauna salvaje y actividades de interpretación del medio natural.
En Quei Vitorino y su museo El Rincón Cunqueiro podrás
además conocer, entre otras, la artesanía cunqueira, uno de los oficios
locales únicos en esta reserva del occidente astur. Un espacio natural donde
colmenas, teitos, cortinos, talameiros, corripas, pallozas, molinos de agua,
etc. son elementos etnográficos que forman parte del paisaje humano, con
poblaciones forjadas a partir de su tradicional asilamiento y desarrolladas al
amparo de la actividad minera, ya bien presente en época romana (El Corralín).
Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias es el mayor parque natural asturiano y
claro, en tan vasta extensión, cabe de todo; incluso el más extenso hayedo
asturiano (Monte de Hermo) entre montañas donde domina el roble. El haya (faya)
es más propia del Oriente de la provincia donde no existe el acusado descenso
de las precipitaciones estivales aportando durante todo el año la humedad
ambiental que el exigente árbol necesita, incluso en verano con las mágicas
nieblas del estío.
En julio de 2003 todo el territorio del parque natural
se incorporó a la superficie de la Reserva de la Biosfera, pasando a constituir
la Reserva de la Biosfera Muniellos-Fuentes del Narcea y
quedando integrada dentro de su vasta superficie de 476 kilómetros cuadrados
dos reservas naturales: la Reserva Natural Integral de Muniellos (foresta en
estado puro) y la Reserva Natural Parcial del Cueto de Arbás (con su huella
glaciar). Pura magia natural astur
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